martes, 6 de abril de 2010

Un caída en un lago cuando tenía tan sólo 6 años fue el desencadenante de su gusto por la transformación del tiempo: los pocos segundos que permaneció sumergido, eternos para la mirada asustada de un niño, llevaron a este artista estadounidense a observar el mundo a través de un nuevo prisma.

En muchas ocasiones Bill Viola , considerado junto a Nam June Paik uno de los padres del video arte, ha insistido en que “sólo a cámara lenta podemos comprender conscientemente lo que vemos”, y tal y como se entrenan los maestros espirituales, observando los pequeños detalles, alcanza la obra de Viola la espiritualidad, que nada tiene que ver con la religión.
Esa espiritualidad que desprenden las creaciones posteriores a la muerte de su padre se ve reflejada en una continua búsqueda de la identidad, del inconsciente -representado en múltiples ocasiones por personajes que duermen-, pero sobre todo en la recreación ese instante único que separa la vida de la muerte.

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